El fútbol es un juego de aciertos y errores y en su desarrollo se definen los partidos. Lo que sucedió con Colombia ante Paraguay pasa por muchas variables que intervinieron para la victoria final de los guaranís, que marcaron los dos goles cuando más enredados y desesperados estaban y cuando Colombia controlaba y era superior.
¿Cómo podemos explicar esta derrota increíble e imprevista desde nuestra visión?
Lo primero fueron los dos balones que soltó Ospina, lo segundo la emocionada de la selección que sintió el desespero de Paraguay y quiso seguir atacando cuando debió cerrar el partido y minimizar los riesgos, y lo tercero el desacertado manejo de Pekerman.
Los dirigidos por Arce marcaron los goles cuando era un desorden total y un caos futbolístico y Colombia los recibió cuando la tribuna y el equipo sentían que el segundo gol estaba cerca.
Crucificar a Ospina sería cargarle la derrota al mejor jugador de la eliminatoria y salvador en muchas ocasiones. Aunque sus errores fueron determinantes, ahora a David hay que abrazarlo, respaldarlo y llenarlo de confianza.
Los jugadores tienen la obligación de leer los partidos, de saber cuándo atacar y cuando replegarse para reducir la posibilidad del rival, Colombia acusó una falta evidente de liderazgo en la cancha para clausurar el juego, pero el mensaje del banco con los cambios no fue claro y el grupo no entendió ni ejecutó la mejor decisión.
Pekerman cometió varios errores:
- Se sabía que Paraguay iba a ser duro y que la selección no tendría muchos espacios. Mateus Uribe pudo ser una carta inicial por su salida y claridad para romper el cerco.
- Teo reemplazó a Cuadrado, que era el más solvente, a los 63 minutos.
- Se demoró el ingresar de Chará a los 75’ por Cardona, que fue el mejor del primer tiempo, aunque de bajo nivel en el segundo. Chará hizo el pase gol, tuvo un mano a mano que salvó Silva y dejó solo a Arias en una clara opción que resolvió mal.
- Pero la peor decisión fue sacar a Aguilar por Barrios al minuto 86, tener tres volantes de marca era lo lógico con el Mundial en el bolsillo, pero el mensaje fue equivocado, sacó el equilibrio mental del equipo, en un momento donde había que ser inteligentes.
La responsabilidad es compartida, se perdió la oportunidad de la vida, pero sigue existiendo una puerta para ir a Rusia, que pueden abrir los jugadores con actitud, entrega, fútbol y la sapiencia en cancha que ante Paraguay se embolató.
Yo sigo creyendo en Colombia.
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